El asesoramiento permite elaborar situaciones vitales puntuales en las que -no habiendo en principio base para ninguna patología- se necesitan contrastar los puntos de vista y los planteamientos de vida con un profesional.
Nos estamos refiriendo a: solicitar orientación en situaciones como: dificultades de vinculación, pérdidas -de expectativas, de seres queridos, de motivación, de proyectos…-, cambios de etapa vital, ausencias, crisis vitales, dificultades relacionales, problemas familiares, situaciones hospitalarias, aumento de la familia, enfermedades físicas,...
La psicóloga se convierte en una tercera persona, experta, ajena al entorno del cliente, que facilita de la toma de conciencia y propicia que se tomen decisiones acordes a las necesidades personales, generando un clima de aceptación incondicional y respeto. Su imparcialidad le aleja de los juicios de valor establecidos.